Las esculturas sostenibles como un nuevo símbolo en la lucha por la supervivencia del oso pardo
En la Montaña Palentina, una escultura de caucho reciclado hecha por la marca leonesa Neusus Urban destaca el poder del arte sostenible en la batalla contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad.
El oso pardo, una de las especies más emblemáticas de la fauna española, ha protagonizado una extraordinaria historia de recuperación tras estar al borde de la extinción en las últimas décadas.
En Otero de Guardo, un pequeño municipio de la Montaña Palentina se ha inaugurado un nuevo mirador turístico que celebra esta hazaña de recuperación de la fauna salvaje. Sin embargo, lo que lo hace especial es la imponente escultura hiperrealista de un oso pardo a tamaño real que preside el espacio. Esta obra de arte, fabricada por Neusus Urban a mano, con caucho reciclado de aproximadamente 134 neumáticos fuera de uso (NFU), representa no la preservación de la especie, sino también un compromiso con la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente. Con más de una tonelada de peso, esta escultura surge como un testimonio de cómo la economía circular y la creatividad pueden contribuir a la preservación de la naturaleza.
Durante décadas, el oso pardo estuvo atrapado en una lucha silenciosa contra la caza furtiva y la pérdida de hábitat. En los años 90, su población en la Cordillera Cantábrica había disminuido a menos de 70 ejemplares, dispersos en dos núcleos genéticamente aislados. La caza ilegal, junto con los lazos de acero usados para capturar ciervos y corzos, continuaba cobrándose víctimas. Sin embargo, gracias a una combinación de leyes de protección, vigilancia constante por parte de los guardas forestales y el Seprona, y un cambio cultural en la percepción del oso, su número comenzó a aumentar. Lo que antes era un trofeo o una amenaza se convirtió en un símbolo de la naturaleza salvaje y, para muchos, en una fuente de ingresos mediante el ecoturismo.
Hoy, con una población estimada de 370 individuos, el oso pardo no solo ha recuperado territorio, sino que ha logrado conectar sus dos núcleos poblacionales, aumentando así su diversidad genética y fortaleciendo sus posibilidades de supervivencia a largo plazo. Pero los desafíos persisten, y entre ellos destaca el cambio climático.
El calentamiento global está transformando los hábitats de este gran mamífero. El desajuste en las estaciones y el cambio en las especies vegetales de las que depende el oso, como los arándanos y robles atlánticos, podrían modificar sus patrones de comportamiento, acortando sus periodos de hibernación y aumentando el riesgo de conflictos con los humanos al acercarse más a las poblaciones en busca de alimento. Estos cambios no solo afectan al oso, sino a todo el ecosistema que depende de una delicada red de interacciones.
Aquí es donde la escultura de Otero de Guardo cobra un significado más profundo. Fabricada con caucho reciclado, no solo es un tributo artístico a esta especie emblema, sino también una declaración en favor de la sostenibilidad y la reducción de residuos. Al reutilizar neumáticos fuera de uso, la escultura ayuda a mitigar el impacto ambiental de estos materiales que, de otro modo, terminarían contaminando el entorno. Además, el proceso de fabricación de la obra se llevó a cabo sin la aplicación de calor, lo que minimiza la emisión de gases contaminantes, reforzando aún más su compromiso ecológico.
La utilización de materiales reciclados para crear arte no es solo una tendencia, sino una herramienta poderosa en la lucha contra el cambio climático. Al darle una segunda vida a materiales que generalmente terminarían en vertederos, se reduce la necesidad de producir nuevos recursos, lo que a su vez disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero. Este tipo de iniciativas subrayan la importancia de la economía circular, un enfoque que apuesta por la reutilización y el reciclaje para disminuir el impacto ambiental de la actividad humana.
El mirador de Otero de Guardo, equipado con farolas solares y áreas de picnic, también refleja esta armonía entre el ser humano y la naturaleza. Se trata de un ejemplo de cómo el turismo puede ser no solo respetuoso con el entorno, sino también una fuerza impulsora para la conservación. En un mundo donde el cambio climático está alterando paisajes y patrones climáticos, la adopción de tecnologías limpias y sostenibles es fundamental para garantizar que lugares como la Cordillera Cantábrica sigan siendo refugio de especies emblemáticas como el oso pardo.
A nivel mundial, la crisis climática está empujando a la extinción a miles de especies. Pero la historia del oso pardo en España nos recuerda que, con un esfuerzo concertado, es posible revertir el curso de la historia. La escultura de caucho reciclado en Otero de Guardo no solo celebra la resiliencia de este animal, sino que nos invita a reflexionar sobre nuestro papel en la protección del planeta. Al igual que el oso ha sido capaz de adaptarse y superar las adversidades, también nosotros debemos hacerlo, utilizando nuestra capacidad y tecnología para frenar el impacto del cambio climático y preservar el legado natural que hemos recibido.
En el horizonte, el oso pardosigue siendo un símbolo de esperanza, y la escultura que lo representa, un recordatorio tangible de que la sostenibilidad no es solo una opción, sino una necesidad urgente.